En lo profundo de la exuberante Sierra Norte de Puebla, envuelto en la neblina y la vegetación de Cuetzalan del Progreso, se esconde un tesoro arqueológico que a menudo es eclipsado por sitios más famosos, pero cuya importancia es capital para comprender la historia y la arquitectura del Totonacapan: Yohualichan.

Orígenes y Esplendor Totonaca
Yohualichan fue un asentamiento totonaca fundado alrededor del año 200 d.C. Alcanzó su máximo esplendor entre los años 600 y 900 d.C. Durante ese tiempo, se convirtió en un centro ceremonial y político muy importante. Es considerado el primer gran asentamiento totonaca antes de la migración hacia El Tajín, en el actual estado de Veracruz.
El nombre Yohualichan proviene del náhuatl y significa “La Casa de la Noche”. Es un nombre poético que, según algunos, podría hacer referencia a las muchas cavernas de la zona o a la oscuridad que envuelven sus nichos arquitectónicos.
Su ubicación no fue al azar. El sitio se construyó sobre una ladera, entre dos barrancas profundas. Esto permitió aprovechar la forma del terreno para crear un complejo ceremonial único. Las plazas y plataformas siguen la topografía natural del lugar.
Yohualichan prosperó gracias a la fertilidad de su entorno. En la región se cultivaba maíz y algodón, y también se practicaba la cacería.
La Arquitectura de Nichos: Sello Distintivo de Yohualichan
Uno de los aspectos más llamativos de Yohualichan es el uso de nichos, también llamados “hornacinas”, en sus pirámides. Este elemento arquitectónico lo hace único y especial.
A diferencia de otros sitios mesoamericanos, estos nichos no tenían un uso ritual o calendárico directo. Se cree que eran una representación estilizada de las muchas cuevas de la región. Los nichos evocan ideas relacionadas con la oscuridad, la vida y la muerte, el día y la noche, y el renacimiento.
Las pirámides fueron construidas con el estilo conocido como talud-tablero. Sus hileras de nichos o “ventanas” les dan una apariencia única. Este estilo anticipa lo que más tarde se vería en El Tajín.
Las construcciones no usaron cemento ni estuco. Las piedras fueron colocadas cuidadosamente para resaltar su color y textura natural.
Entre las estructuras más destacadas se encuentran:
- El Juego de Pelota: Tiene casi 100 metros de largo. Es uno de los campos de juego de pelota más grandes de Mesoamérica. Ocupa una posición central en el sitio.
- El Centro Ceremonial Principal: Un gran cuadrángulo rodeado por varias construcciones que le dan un aspecto imponente.
- Las Pirámides con Nichos: Varias plataformas piramidales decoradas con los famosos nichos, sello característico de Yohualichan.
Yohualichan Hoy: Un Museo al Aire Libre

Hoy en día, Yohualichan es una zona arqueológica abierta al público. Está bajo el cuidado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Aunque no tiene un museo de sitio dentro del complejo, se ofrecen visitas guiadas. Estas permiten conocer la historia del lugar y apreciar su arquitectura única.
Al recorrer Yohualichan, los visitantes encuentran más que ruinas antiguas. Se adentran en un entorno natural impresionante, típico de la Sierra Norte de Puebla. Se cuenta que, en los días de viento, los nichos de las pirámides emiten un silbido especial. Parece un eco lejano, como si las voces del pasado aún habitaran el sitio.
Visitar Yohualichan es una excelente forma de complementar un viaje a Cuetzalan del Progreso, el cercano Pueblo Mágico.
Es una oportunidad para conectar con las raíces de la cultura totonaca. También es una forma de admirar la creatividad de sus antiguos constructores. Ellos dejaron un legado arquitectónico que sigue sorprendiendo. Desde “La Casa de la Noche”, sus estructuras aún cuentan historias al mundo.